lunes, noviembre 20, 2006

Gula...




Para quienes hemos sido criados en el catolicismo este es uno de los siete pecados capitales, para el resto del mundo es una de las escenas de "Seven". Pertenezcas a uno u otro grupo, lo cierto es que durante este fin de semana recién pasado conocí una de las dimensiones de este pecado.


El viernes comenzó lento y algo dormitado, pero después de la hora de almuerzo fue aún peor. Y es que la cantidad de comida que hubo sobre la mesa fue inmenza, tanto así que cuando terminamos y pudimos levantrnos de la mesa sólo quedaba un pensamiento claro en mi mente: "Tengo que llegar a mi cama".


Me dolía respirar, parecía que en cuanquier momento iba a hacer Bum!!! Pero como, al menos yo, no aprendo rápido sino que lentamente, en la noche salí a comer con El Caballero. El menú estuvo exquisito, sobre todo por que tengo una debilidad por las pastas. Resultado, nuevamente parecía un globito... o como, gentilmente acordamos en ese momento, un Ñoqui heladito.


Tengo que reconocer que lo pase muy, pero muy bien; sin embargo, aún no puedo reponerme de mi ataque de gula. Si todo lo que me repitieron durante mi infancia es cierto, he de asumir que me he asegurado un rinconcito en el infierno, porque no me arrepiento y lo repetiría, eventualmente, en un futuro.


Mmm... me siento como una gato después de zamparse a un ratoncillo, no tan pequeño.




El hada del... pecado.




P.D: aún me quedan seis pecados por explorar.