miércoles, noviembre 08, 2006

Anacoreta

Anacoreta, si vas de paso te invito a deambular por estos sueños...
Más bien por estas alucinaciones, que mal llamo sueños o pesadillas, dependiendo simplimente de mi errante estado de ánimo. Está bien,me confieso, la verdad es que depende de la cantidad de tiempo libre que tenga, por que pareciera que todas y cada una de las "ideas brillantes" que tengo son dadas a luz en esos momentos de "ocio".
Pero, es que eso no es más que el comienzo, por que no me contento con pensarlas, sino que tengo la necesidad compulsiva de darlas a conocer, contarlas, comentarlas, gritarlas a los cuatro vientos desde la azotea de un edificio o escribirlas en cuanta hoja de papel que encuentre... y ahora de publicarlas.
Lo irónico de esto es que al igual que las hadas soy cauta y silenciosa (o algo así), no me gusta exponerme al escrutinio de los demás. No me gusta quitarme la careta en frente de ojos extraños, y al mismo tiempo ansío ser vista por esos mismos ojos que evito, sé que en algún momento aquello que me protegía se transformo en la cárcel que me contiene. Uf!!! Demasiado personal para ser el comienzo, vamos algo más lento.
Qué te parece si te invito un café y hablamos de... de lo que quieras.
Mmm... tardastes mucho en responder. Supongo que tendrás algo mejor que hacer o estarás muy ocupado. Dejemoslo para otra oportunidad en la que nos encontremos, así ya habrás tenido tiempo para pensarlo, ver si te arriesgas y para leer las locuras de un hada niña.
Tengo que dejarte. No quiero, pero el deber llama y ya no puedo evitarlo más tiempo.
Te has dado cuenta de lo díficil que es terminar una conversación cuando sientes que apenas va comenzando, que hay tanto por decir, por compartir, por ponerse al día que no quieres terminarla, aunque la conciencia te grite que tienes muchas otras cosas que hacer y recuerdes las fechas con las que debes cumplir. Y no importa nada más que ese momento, esa persona, esa conversación que apenas empieza...
¿Conoces los abrazos? Los que son de verdad. Aquellos en los que te apretan fuerte, sin temor al contacto físico, en los que das vueltas, ocultas la cara en el hombro del otro y te ríes sin saber muy bien el "Por qué?" Uno de esos abrazos en los que se encierran palabras y promesas.
¿Los conoces? ¿Recuerdas alguno en este momento?... Pues, te dejo con uno de esos.
Nos vemos...
Hada.