miércoles, marzo 26, 2008

Partida


Hace mucho tiempo que no paseo por entre estas líneas. Creo que de alguna manera he perdido la práctica de escribir aquello que me sucede o simplemente de comunicar lo que siento, el silencio se ha ido haciendo parte de mi personalidad, y callo.
Sin embargo, como un hijo pródigo vuelvo a mis letras, retomo los viejos hábitos al parecer olvidados, para dar voz a lo que me sucede.
Mi madre se marcha.
Simple. Un hecho que, por regla general alegra a los hijos por perder de vista a quien recuerda cada uno de los errores de tu vida, y se convierte en un eco de tú conciencia, cuando tratas por todos los medios de acallarla.
Pero, está hija se aterra ante la posibilidad de perderla, de que sea Ella quien me deje, y no a la inversa, cómo si el hecho de dar vuelta los papeles tuviese un gran impacto en la manera en la que se siente.
Parece que sí es relevante.
Y me siento desprotegida, ausente y perdida en este bosque que se me hace enorme por momentos. Desconocido y hóstil.
Sé que estoy divagando sin rumbo, que no tiene ninguna lógica aquello que estoy diciendo; nada que pueda hacer, es lo que esta presente en estos momentos. Ese maldito sentimiento de perdida, como si no fuese a volver...
Temores, esos perros de caza que me atacan al menor momento, cuando creo ya no volverán atacan sin piedad. Mordiendo las heridas desconocidas que quedan bajo la piel. Bajo la careta, las sonrisas y los para bienes que la educación obliga a pronunciar.
¡No quiero que se vaya!
La quiero a mi lado, apoyándome, confortándome o simplemente saber que está a la distancia de mis deseos y no al otro lado de ese "Gran charco". ¿Egoísta? Sí, hasta la médula. Creo que nadie puede decir que no lo es, mal que nos pese, cada vez que extrañamos a alguien no es por él, sino por la falta que nos hace. Por nosotros...
Apenas queda una semana, un puñado de días, soles y lunas, luego la partida.